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Piel grasa: Una Guía Completa
A continuación, te vamos a contar todo lo que necesitas saber sobre la piel grasa, sus características y qué hacer para mejorar el exceso de sebo que aparece en tu rostro.
Para dar una solución definitiva a este problema, primero debemos entenderlo. Todo puede mejorar si comprendemos la forma en que funciona nuestra piel y cómo responde ante ciertos factores internos y externos que pueden controlarse.
¿Qué tan común es la piel grasa?
La piel grasa es uno de los principales problemas a nivel mundial y aparece sobre todo durante la etapa de la adolescencia, sin importar la cultura y el color de piel. En el mundo se estima que el 80% de la población adolescente y de la pubertad padece esta condición, mientras que alrededor del 47% de los adultos la sufren.
No eres la única con este padecimiento y hay muchas personas que seguramente se identifican con lo que sientes cuando te ves en el espejo.
¿Qué es la piel grasa y cuáles son sus características?
Es un término utilizado para describir un tipo de piel que presenta una sobreproducción de sebo de manera constante y sostenida. Esta condición es multifactorial y tiene las siguientes características:
- Una constante apariencia brillante.
- Exceso de sebo en las áreas de la frente, la nariz y el mentón.
- Grasa que se extiende en la conocida como zona T.
- Agrandamiento de las glándulas sebáceas que lleva a una afección. conocida como hiperplasia sebácea.
La hiperplasia sebácea se caracteriza por la aparición de una estructura física, ampliada, elevada y definida (pápula), conocida coloquialmente como “poro abierto”,que se suele distribuir comúnmente en la zona T y, en algunos casos, también se extiende sobre las mejillas. Fisiológicamente, no es posible reducir ni cerrar el número de poros en la piel, ya que por naturaleza la glándula sebácea debe mantenerse abierta al exterior para transpirar y producir sudor.
¿La grasa es importante para mi piel?
¡Sí, definitivamente! La producción de sebo en la piel, juega un importante papel en la humectación y a la vez funciona como una barrera protectora. La grasa producida por las glándulas sebáceas ayuda a la retención de agua y evita la evaporación de la misma al formar una capa externa que obliga al agua a permanecer dentro de nuestra piel, creando un efecto repelente del agua hacia la grasa al no poderse mezclar. Así, la grasa producida tiene un efecto protector porque contiene vitamina E, que es un potente antioxidante para la piel.
Además, se ha descubierto que la grasa del rostro tiene propiedades antimicrobianas que ayudan a prevenir infecciones, debido a que contiene una clase de proteínas del sistema inmune conocidas como inmunoglobulinas IgG.
También se ha descubierto que la grasa tiene un rol relevante en la formación de péptidos, que poseen una actividad estimulante, para la regulación de los efectos de hormonas y xenobióticos en la piel.
¿Cómo nos afecta la piel grasa?
Una de las principales quejas de las personas con piel grasa es tener que lavar su cara varias veces al día y que unas horas después luzca brillante nuevamente, especialmente en la zona de la frente, la nariz y las mejillas.
Otro descontento es la incapacidad de usar cualquier producto de belleza o cuidado personal por temor a que empeore la condición, tal como sucede con los protectores solares.
Las personas que sufren esta condición pueden percibirse a sí mismas de forma negativa y llegar a tener problemas para relacionarse con los otros. Por lo que este problema cosmético tendría impacto en las interacciones sociales.
La grasa cutánea existe para ayudar a mantener el efecto protector de la piel, pero puede convertirse en una pesadilla si hay sobreproducción de ella.
Si bien no existen soluciones milagrosas que cambien nuestra piel de la noche a la mañana, la clave del éxito es una rutina adecuada basada en el uso de productos bien formulados para que sean compatibles con el pH de tu piel y al mismo tiempo con ingredientes activos seguros y efectivos.
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¿Cómo identificar una piel grasa?
El tipo de piel se determina por la apariencia y el cómo responde ante situaciones diarias; no por eventos casuales que probablemente te hagan creer que tienes una piel grasa cuando tal vez no sea así.
Tienes una piel grasa si:
- La mayor parte del día persiste brillante y presenta cúmulos de grasa sin motivo alguno
- La zona T luce brillosa en las fotografías a causa del flash o la luz del sol
- Hay poros notablemente más grandes en la frente o la nariz
- Regresa el brillo a tu cara sin importar cuantas veces la hayas lavado
- Al aplicar cremas en tu rostro tienes una sensación pesada y desagradable
Tú piel no es grasa si:
- Debido a una actividad física nuestra cara se torna brillante o sudada
- Al estar en un espacio poco ventilado hay grasa en la nariz y la frente
- Estamos frente a una fuente de calor que provoca sudor, brillo y grasa
Tipos de piel grasa
Un exceso en la producción de grasa trae por consiguiente la acumulación de sebo que a su vez retiene células muertas, bacterias y suciedad del medio ambiente. Por ello, hablar de piel grasa es también hablar de acné.
La piel grasa se puede clasificar en 3 tipos:
1.- Grasa con tendencia a comedones
Es aquel tipo de piel grasa que esporádicamente llega a presentar barros pequeños y blancos, pero que con el paso de los días desaparecen. Aquí también nos encontramos con la aparición de puntos negros, especialmente en la zona de la nariz.
2.- Grasa con acné medio
Este tipo de piel padece la aparición de barros y espinillas de manera constante. Se mantienen casi todo el tiempo y no son exclusivos de frente o nariz. Se pueden observar comedones en el contorno del rostro, las mejillas e incluso en el cuello.
3.- Grasa con acné moderado a severo
La presencia de acné es evidente en este tipo de piel grasa. Los comedones son grandes, dolorosos y muy enrojecidos. Pueden llegar a presentar una combinación de inflamaciones, donde no haya salida de sebo o puntos blancos que provoquen una acumulación evidente de grasa.
Sin embargo, tener piel grasa no es garantía de que desarrolles o sufras alguno de los padecimientos anteriores. Puedes alejarte de estas situaciones si tienes una rutina simple y apropiada con los productos cosméticos adecuados.
Factores que provocan una piel grasa
Se ha determinado que existen factores comunes entre las personas que presentan una sobreproducción de grasa en el rostro. Estos factores se dividen en dos categorías: endógenos y exógenos.
1.- Factores endógenos
Los factores endógenos son aquellos que afectan internamente nuestro cuerpo. Se trata de procesos bioquímicos desbalanceados sin una causa aparente o como resultados de procesos naturales durante etapas del desarrollo humano, como la pubertad y la adolescencia. También pueden darse después de tomar ciertos medicamentos o tratamientos hormonales.
Los factores endógenos más comunes son:
Hormonas
Son el principal factor que provoca una piel grasa. El proceso es evidente al entrar a la adolescencia cuando nuestro cuerpo de manera natural detona una serie de cambios, que potencializa la presencia de hormonas para iniciar las transformaciones fisiológicas típicas de hombres y mujeres.
Ambos sexos tienen una concentración de hormonas masculinas y femeninas, que hasta entrada la pubertad y la adolescencia, se manifiesta más que otras para dar pie a los rasgos comunes de cada sexo.
Los andrógenos son las hormonas masculinas que desencadenan los caracteres sexuales masculinos. El andrógeno más representativo es la testosterona que se produce en los testículos, pero que también se encuentra en menores concentraciones en las mujeres y es producido por los ovarios como androstenediona.
Los andrógenos se han estudiado ampliamente para conocer sus efectos directos sobre la producción de sebo, ya que el mayor número de casos reportados de piel grasa se da en la población adolescente y de la pubertad. En algunos casos este problema se mantiene hasta la adultez, como sucede con las mujeres que padecen acné o tienen el diagnóstico del síndrome de ovario poliquístico.
Es común que las mujeres presenten brotes de acné justo durante el ciclo menstrual. Estudios recientes demuestran la relación directa entre el ciclo menstrual y la dilatación de las glándulas sebáceas, las cuales alcanzan su máxima producción de grasa durante los días de ovulación.
Crecimiento y desarrollo
Se trata de sustancias que naturalmente se encuentran en nuestro cuerpo y participan en estímulos celulares. Tienen una estructura de proteínas o similar a las hormonas para inducir señalizaciones entre las células y desencadenar una respuesta específica.
Se han identificado varios factores de crecimiento que se relacionan estrechamente con la regulación de los genes involucrados en la producción de sebo en la piel.
Si bien, de manera natural, no podemos controlar la cantidad y el cómo funcionan estas sustancias que ejecuta nuestro cuerpo, sí podemos contrarrestar los efectos secundarios que tienen sobre la piel con una rutina adecuada de cuidado de la piel.
Genética
Es importante revisar el historial de la familia y conocer nuestros orígenes genéticos. Es muy seguro que si nuestros padres o algún otro familiar padece una condición en la piel, nosotros la podamos desarrollar también.
Si bien no podemos modificar nuestros genes y evitar su manifestación (particularmente el proceso de cuánto y cómo se está produciendo el sebo), sí es posible prevenir y hasta evitar la piel grasa con una buena alimentación, control del estrés y un buen skincare.
2.- Factores exógenos
Este tipo de factores son definidos como aquellas circunstancias o situaciones externas que afectan el comportamiento de nuestro cuerpo y, en este caso, particularmente la piel. Si trabajamos para mejorar estos factores: las hormonas, los factores de crecimiento y la genética pueden jugar a nuestro favor.
Estrés
Desde 1972 se demostró la relación que tiene el estrés respecto a la producción de grasa en la piel. El estrés se define como cualquier situación que lleva al cuerpo a un estado físico, mental y emocional de constante alerta.
Este estado de tensión es una respuesta natural del cuerpo y producto de la evolución humana para poder responder a situaciones de alerta y supervivencia ante ataques de depredadores o incendios.
En cambio, el estrés ocasional tiene efectos positivos sobre nuestro cuerpo, nos mantiene alerta y motivados. Un buen ejemplo de estrés positivo es la actividad física que lleva a nuestro cuerpo a liberar adrenalina, endorfina y dopamina para darnos un efecto placentero.
Pero hoy en día, la vida moderna nos ha traído estrés crónico dado por situaciones insostenibles que se alargan por meses o incluso durante años.
El estrés crónico es responsable del aumento de peso, ciertos dolores musculares y jaquecas; así como presión arterial alta, disminución del líbido e insomnio.
De igual modo, situaciones como un examen académico importante, problemas económicos o trabajo en exceso son algunos de los típicos problemas que tenemos que resolver ahora.
Ahora te vamos a hacer algunas recomendaciones para que reduzcas el estrés y evites que sea tu piel la que sufra los estragos de tu actual estilo de vida:
- Mantente positiva y activa.
- Acepta que hay eventos que no puedes controlar.
- Sé asertiva con tus comentarios, decisiones y opiniones para evitar la agresividad.
- Aprende y practica la relajación; prueba con ejercicios “mindfulness”.
- Lleva una dieta balanceada.
- Dedica tiempo para ti, practica un pasatiempo o un deporte.
- Dedica tiempo a los otros, diviértete con los amigos o tu familia.
- Duerme entre 7 y 8 horas diarias.
- No uses drogas o alcohol para liberar el estrés.
Clima
Hasta 2005 se comprobó que el clima fue uno de los agentes externos que influyó directamente en el tipo de piel de las personas. En ese año se llevó a cabo el primer estudio completo y bien desarrollado que comprobaba los efectos del clima como uno de los principales factores que afecta el tipo de piel de una persona.
En este estudio 46 pacientes fueron monitoreados durante todo un año y se observaron las variaciones de su piel en cada estación; concluyendo que durante el verano la piel se tornó grasa o mixta, mientras que en invierno se volvió normal o seca.
4 errores que empeoran la piel grasa
¿Te has puesto a pensar que tu rutina actual de skincare podría agravar la grasa en tu piel? El estándar que ha propuesto la industria cosmética para mejorar esta condición, ha consistido en eliminar la grasa de la superficie cutánea, en lugar de buscar su equilibrio para que sea ella misma la que deje de producir el exceso de sebo.
Es común que cuando nuestro skincare está enfocado en quitar el sebo de manera tan efectiva e inmediata, terminemos dañando el manto ácido cutáneo. Esto empeora el problema debido a que la piel trata de compensar la falta de grasa y sequedad, produciendo una mayor cantidad de sebo.
Una rutina adecuada para piel grasa es aquella que equilibra la producción de grasa y mantiene saludable el cutis, lo cual evita la aparición de barros o espinillas y mejora la apariencia de la piel.
Una de las respuestas rápidas de los consumidores es el uso de cosméticos pensados para ocultar los efectos de la piel grasa, no obstante, esta situación podría empeorar la condición. Si ya padeces de piel grasa; reduce el uso de maquillaje, especialmente de aquellos que tienen cobertura máxima. Mejor elige productos a base de agua en lugar de aceite.
Muchas personas recomiendan remedios caseros para la piel grasa, pero lo cierto es que la mayoría de éstos no están bien investigados. El éxito de un remedio casero depende de muchos factores, como la calidad de los productos que utiliza, el tiempo en que los usas y tu condición específica de la piel; es por eso que no se recomienda el uso de ellos para evitar posibles daños a tu piel.
Por eso, te vamos a explicar los 4 errores que podrías estar cometiendo al cuidar de tu piel grasa y te recomendaremos una rutina de 3 pasos que te ayudará con tu problema.
1. Usar jabones secantes
Por su naturaleza la mayoría de jabones sólidos tienen un pH extremadamente alcalino, que remueve la grasa pero también elimina aquellos lípidos que forman parte estructural de nuestra epidermis.
También, algunos jabones líquidos con lauril sulfato de sodio (LSS) pueden resultar irritantes, promoviendo la aparición de grasa como un efecto protector de la piel. Si después de lavarte la cara, tu jabón te deja la piel jalada y tensa, es una señal de que probablemente estás dañando el manto ácido y la harás más propensa a producir sebo.
2. Usar toners a base de alcohol
Aunque el alcohol es un excelente ingrediente para remover la grasa de forma efectiva, también es un compuesto altamente secante que desequilibra y seca tu rostro. Al retirar la grasa de tu rostro con alcohol, la piel tratará de compensarlo produciendo más sebo. Y si además, el tóner tiene fragancia, podría irritar y hasta sensibilizar tu piel.
Si bien el alcohol es un excelente solvente del sebo en el cutis, éste tiene la capacidad de penetrar en la piel y por consiguiente disolver la grasa interna que forma parte estructural y necesaria para retener agua. El alcohol es un ingrediente altamente penetrante en la piel y gracias a estas características es muy utilizado por muchos productos cosméticos; sin embargo, esta propiedad penetrante del alcohol también crea procesos irritantes en la piel y desnaturaliza proteínas como la elastina, ácido hialurónico y colágeno necesarias para la retención de agua. Al verse afectadas estas estructuras, la piel pierde capacidad de retención de agua y comienza a producir más sebo como respuesta para evitar más pérdida de agua.
El alcohol se ha convertido en un ingrediente barato y un viejo truco para productos destinados a piel grasa que nosotros no te recomendamos. El efecto del alcohol es momentáneo y el constante uso solo empeora el problema.
3. No hidratar tu piel
La deshidratación en pieles grasas es más común de lo que te imaginas, esta condición lleva a una pérdida del ácido hialurónico de la piel. Cuando esta situación ocurre, nuevamente tu rostro intentará producir más sebo.
4. No protegerse de la radiación y la contaminación
Al no cuidar la piel de los rayos UV, las luces infrarroja y azul, estamos provocando un daño, pues promovemos que la piel se defienda ante agentes externos que estimulan una mayor producción de grasa, por ejemplo, el sol o la luz azul que emana de las pantallas de dispositivos móviles, tales como celulares y tabletas.
La contaminación ambiental crea especies reactivas de oxígeno que dañan nuestra piel, provocando un efecto de protección de nuestro cuerpo y como consiguiente, una mayor producción de grasa.
Rutina para piel grasa en 3 pasos
1. Limpieza
Limpia tu rostro de dos a tres veces al día para remover, de forma suave pero efectiva, el exceso de grasa del rostro. Considera ingredientes tales como:
-
El aloe vera que ayuda a recuperar la hidratación y la barrera protectora de la piel tras el lavado.
-
El carbón activado que usado en cantidades adecuadas tiene un efecto astringente y de máxima limpieza sobre la piel.
Los mejores ingredientes surfactantes son el lauril sarcosinato,coco betaínay cocoamido betaína que cuidan el pH de tu piel a diferencia del lauril sulfato de sodio que lo desequilibra.
2. Hidratación
Hidrata tu piel de dos a tres veces al día después de la limpieza tal como te mostramos en el paso 1. Una perfecta hidratación es aquella que ayuda a balancear tu piel con una sensación fresca y que al mismo tiempo te aporta hidratación en diferentes capas de la piel, para ayudar a mantener controlados los niveles de producción de grasa.
Recuerda que un exceso de sebo es inducido para retener agua en la piel. Si mantenemos una buena hidratación, reduciremos la grasa sobre nuestro rostro. Algunos ingredientes solubles al agua como el ácido hialurónico vegano, vitamina B5, sales de zinc y fermentos biotecnológicos por bacterias ayudan a tu piel a retener agua con un efecto mate y sensación fresca. Este tipo de componentes tienen un efecto astringente en la piel, es decir, ayudan a retrasar la producción de grasa por parte de las glándulas sebáceas.
Las pieles grasas se llevan bien con productos a base agua que aportan hidratación intensa a la piel, los puedes encontrar en presentaciones como sueros, geles o cremas-gel. También, los identificas por su apariencia de gel, que al contacto con la piel se funde rápidamente con una textura típica de agua. Los sueros concentrados aportan una importante concentración de activos potentes y que retienen agua de manera efectiva en la piel.
3. Protección de contaminación, luz azul y solar
Este paso es esencial y debe estar presente en todas las rutinas de cuidado personal sin importar el tipo de piel. No obstante, para pieles grasas te recomendamos buscar protectores con efecto mate.
Los protectores solares pueden ser físicos o químicos. Los primeros tienden a dejar rastro blanco sobre la piel conforme incrementa el nivel de protección solar, sin embargo, son más tolerados por pieles reactivas. Mientras que los protectores químicos son más transparentes y suaves al tacto.
Usa diariamente protector solar y procura que el nivel de protección sea por lo menos de FPS 40. Recuerda que los bloqueadores solares comunes no te protegen de la contaminación ambiental ni de la luz azul a la que hoy estamos tan expuestos por las pantallas digitales.
Existe también la protección ante agentes invisibles como la radiación infrarroja, luz azul y contaminación ambiental. Este tipo de radiación daña nuestra piel al crear especies reactivas de oxígeno en la superficie de la piel, que dañan las células y los procesos enzimáticos ideales en una piel saludable rompiendo estructuras de colágeno y elastina que dan sostén a nuestra piel.
Cuando esto sucede la piel pierde consistencia, elasticidad, hidratación y, por consiguiente, aparecen los primeros signos de envejecimiento. También como resultado de este daño, la retención de agua es más difícil y la piel trata de compensar esta pérdida de agua produciendo más sebo.
En México no se consigue fácilmente un bloqueador de contaminación y luz azul. Por esa razón, en Nuda Est® lo creamos, está hecho a base de ingredientes biotecnológicos y derivados naturales de manzana, jengibre, trigo y cebada.
Estos componentes han comprobado su acción contra los radicales libres y la captación de metales pesados típicos de la contaminación ambiental por smog y emisiones industriales.
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